Al socializarnos, los seres humanos hemos sido domesticados tal como se amansa a un animal, hemos sido entrenados desde nuestro nacimiento para percibir el mundo desde el bando de las ovejas. Somos como pájaros atrofiados. Nacimos con todo lo necesario para volar y, sin embargo, estamos permanentemente obligados a dar vueltas en torno a nuestro yo. En una palabra, estamos “dormidos” en comparación con lo que podríamos ser. Estamos soñando, automatizados, somos presa de la ilusión mientras pensamos que estamos percibiendo la realidad.
Hay un cuento oriental que habla de un mago muy rico que poseía muchas ovejas. Pero, al mismo tiempo, este mago era muy tacaño: no quería contratar pastores ni quería levantar una valla alrededor de los pastos donde sus ovejas pacían. Por lo tanto, las ovejas a menudo se internaban en el bosque, caían en barrancos, etc., y, sobre todo, se escapaban, pues sabían que el mago sólo quería su carne y su piel, y esto no les gustaba a las ovejas.
Al fin, el mago encontró el remedio. Hipnotizó a sus ovejas y les hizo creer, en primer lugar, que eran inmortales y que no recibirían ningún daño cuando fueran despellejadas; al contrario, que sería bueno para ellas e incluso agradable ; en segundo lugar, les hizo creer que el mago era un buen amo, que amaba tanto su rebaño que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa en el mundo por él; y, en tercer lugar, el mago hizo creer a su rebaño que si alguna cosa les fuera a suceder, no les sucedería entonces, y menos aún ese día, y por lo tanto no tenían necesidad de pensar en ello. Además, el mago convenció a su rebaño de que no eran ovejas; a algunas les hizo creer que eran leones, a otras que eran águilas, a otras que eran hombres y a otras que eran magos.
"Después de lo cual, acabaron sus cuidados y preocupaciones por las ovejas. Jamás volvieron a escaparse sino que esperaban pacientemente la hora en que el mago necesitase su carne y sus pieles."
Eso mismo es lo que le ocurre al ser humano, nos creemos lo que nos han contado y lo peor de todo, nos creemos importantes. Y cuando uno es importante, cualquier intento de cambio se torna un proceso lento, complicado y doloroso. Ese sentimiento nos aísla. Si no fuera por él, todo fluiríamos en el mar de la conciencia.
Necesitamos despertarnos a la realidad, la realidad de los problemas provocados por nuestro Ego hipnotizado, pudiendo así descubrir nuestro interior más profundo y la realidad de nuestro mundo, libre de la deformación de nuestro estado hipnótico.
El “despertar” es un paso necesario para conseguir la paz interior. Incluye los procesos psicológicos y culturales que crean los conflictos internos, la desilusión, el sufrimiento innecesario, y la hostilidad que hay en nosotros, que nos separa innecesariamente de los demás y que nos hunden aún más en la hipnosis.
Es seguro que si desarrollamos nuestras potencialidades internas podremos difundirlas en los demás y crearemos unas condiciones inmejorables para conseguir la paz interior general y como consecuencia la paz exterior en el mundo.
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