Queridos lectores: quiero que sepáis que aunque no escriba asiduamente sigo
acordándome de vosotros y que siempre que me necesitéis me tenéis aquí.
Me gustaría que aparte de leer lo que os escribo, tantas veces
como queráis, ya que siempre hallaréis algo nuevo en cada lectura, lo llevarais a
la práctica. Estos son ejercicios para realizarlos diariamente, sin excepción,
se deben convertir en una necesidad fisiológica, como respirar o comer. El desafío es transformar la rutinaria vida
cotidiana en un espléndido campo de batalla, y es lograr sustraerse de la
vorágine de los pensamientos y de los actos cotidianos mediante la aplicación
de estas técnicas. Ya sé que requiere de un esfuerzo descomunal, pero tiene la
gratificación de reducir al máximo nuestra importancia personal, liberando toda
la energía que usamos para mantener nuestra imagen de nosotros mismos y la idea
que tenemos del mundo. El hombre común encuentra en sus rutinas el escudo con
el que se protege del maravilloso y aterrador mundo que nos rodea. Mantener la
conciencia de la vida se logra al romper nuestras rutinas. Romper las rutinas
de la vida es transformar este mundo soso y aburrido en uno maravilloso,
misterioso y aterrador. Se debe actuar como el cazador que no sólo debe cazar,
sino que él mismo no debe actuar como si fuese una presa. Se debe, por decirlo
de algún modo, "andar de puntillas" y "alerta" por el mundo,
para sacarle el mayor provecho a la vida.
El común de la gente va
de acto en acto sin pensar ni luchar. Por el contrario, un guerrero del conocimiento sabe que no
tiene tiempo y, por tanto, no se aferra a nada y realiza cada uno de sus actos
como si fuera lo último que hará en la Tierra. El guerrero confía en el poder
de sus decisiones, las asume y actúa con el conocimiento pleno de que no tiene
tiempo ni espacio para dudas, remordimientos o ambición. A diferencia del
guerrero, la mayoría de las personas común creen que tienen todo el tiempo y esa supuesta
continuidad los hacen tímidos, porque dudan y se arrepienten o piensan que tendrán tiempo para intentarlo de nuevo o “arreglarlo”. Es por esto que en cada acto
que se realice hay que poner toda nuestra capacidad; no llevar en la mente
“ganar-perder”; sino poner en práctica todos nuestros conocimientos; evaluar,
tomar una decisión y actuar;
"dejarse ir" sin miedo ni ambición.
Buscar la perfección del
espíritu es la única y verdadera actividad. Un guerrero es inflexible en esa
búsqueda y para ello mantiene una actitud frente a la vida y las cosas de la
vida que le permite liberarse del miedo, de la ambición, de la queja y la
tristeza. Él sabe que nadie le hace nada a nadie; que uno mismo se
hace daño con la gente y con los sentimientos. Por eso de la importancia de la
recapitulación y del trabajo diario para romper todas esas rutinas que nos
esclavizan. A un guerrero nadie le hace "daño", nadie lo presiona, ni
lo mueve, ni lo obliga a hacer cosas que él no quiera. No puede ser
una hoja al viento o una lata vacía que la gente anda pateando moviéndola hacia
todas partes y a ninguna: Un guerrero, cuando toma una decisión, se deja ir, y
cuando ella fluye en sus actos y en su ánimo le da templanza y fortaleza porque
está entrenado para sobrevivir, y siempre sobrevive de la mejor forma.
En cuanto a los sueños,
puedo deciros también alguna cosilla que os haga cuanto menos reflexionar y
darles algún sentido, aunque es el soñante el único que puede interpretar sus
sueños, ya que son el reflejo de su propio interior. Nuestra cultura no le da
mayor importancia a los sueños, se suele decir, ¡los sueños, sueños son!, pero
nada más lejos de la realidad. El psicoanálisis le da una gran importancia a la
interpretación de los sueños, de hecho el propio Freud los incluyó en sus
terapias y Adler sostenía que los sueños nos ofrecen la solución a todos
nuestros problemas, lo único que hay que hacer es interpretar sus señales. Pero
esto es muy difícil para la mayoría de las personas, ya que viven en un estado de sueño
permanente incluso cuando piensan que están despiertas, por lo tanto, sus sueños
son pura fantasía. Sin embargo, el sueño es una puerta de entrada a otros
mundos a los cuales vamos periódicamente para renovarnos. Por eso es tan
importante para un guerrero el control de sus sueños. En el sueño no eres dueño de ti. Tus visiones son burbujas
aisladas, sin conexiones entre sí y sin recuerdo del yo. Por supuesto, la
fuerza de la costumbre te llevará casi siempre a soñar que eres tú mismo, pero
igual puedes ser un valiente que un cobarde, joven o viejo, hombre o mujer. Para el hombre común, la
diferencia entre estar despiertos y dormir es que en el primer estado su
atención fluye con continuidad, y en el segundo, en forma desordenada; pero, en
ambas experiencias, el grado de participación de la voluntad es mínimo. La
persona despierta ahí, donde siempre, se pone su personalidad como una camisa y
sale a cumplir con sus tareas de rutina. Y al dormirse se desconecta de nuevo,
porque no sabe que puede hacer otra cosa. La vigilia cotidiana no nos
deja lugar para detenernos y preguntarnos si este mundo que estamos percibiendo
ahora es tan real como parece. Y lo mismo cabe decir del sueño ordinario; mientras dura,
lo aceptamos como un hecho indiscutible, nunca nos proponemos recordar dentro
del sueño alguna orden o acuerdo pactado en la vigilia. Pero existe
otro modo de encauzar la atención, y a su resultado ya no podemos llamarle
'sueño' o 'vigilia', porque parte de un uso deliberado del intento. Lo que
ocurre ahí es una toma de conciencia, y da igual que estemos dormidos o
despiertos, porque es algo que trasciende ambos estados.
¡Ese es el verdadero despertar: adueñarnos de nuestra
atención!. La enseñanza tolteca enfatiza el ensueño. No importa
cómo se le describa, su resultado es convertir el caos perceptivo de un sueño
común en un espacio práctico, donde podemos actuar inteligentemente. Esta
técnica nos permite proponernos objetivos y dar seguimiento a los actos, tal
como lo hacemos en el mundo cotidiano. Podemos resolver problemas, curar
enfermedades y aprender cosas. Lo que aprendes allí es coherente, funciona.
Quizás no puedas explicar cómo te llegó ese conocimiento, pero ya no lo
olvidas.
La vida se aprende viviéndola. Lo mismo pasa en el sueño.
Queridos lectores, en varias ocasiones os he mandado ánimos
para que no desfallezcáis y sigáis luchando como guerreros. En esta ocasión
y dado el cariz que ha tomado la situación con respecto a la postura de la
medicina ortodoxa, la cual respeto y he representado, me voy a atrever a
hablaros de otro tipo de medicina que aún siendo conocida por mucha gente, es
comprendida por muy poca.
Cuando nos negamos a enfrentar los hechos y nos resguardamos
detrás de acciones evasivas, también cuando dejamos asuntos pendientes o
contraemos compromisos que nos atan, se produce un estancamiento que genera a
su vez una fijación de nuestra atención que bloquea el flujo de la energía. La
consecuencia del estancamiento es que la persona deja de ser ella misma. Al
estar presionada por la cadena de decisiones que ha tomado durante su vida, ya
no puede actuar de manera deliberada y se enreda en las circunstancias. Esta
situación puede llegar al punto de la enfermedad mental o física, y sólo se
puede solucionar a través de la recapitulación.
Recapitular consiste en hacer una lista de las heridas
causadas por nuestras interacciones. El siguiente paso es viajar de regreso al
momento cuando tuvieron lugar los hechos para absorber de vuelta lo que nos
pertenece y devolver lo ajeno. El guerrero comienza rebobinando su día.
Reconstruye las conversaciones, descifra los significados, recuerda las caras y
los nombres, busca matices, insinuaciones, disecciona las reacciones
emocionales propias y ajenas. No deja nada al azar, agarra los recuerdos del
día uno por uno y los limpia a través de la respiración. También escudriña
capítulos y categorías completas de su vida. Por ejemplo, las parejas que tuvo,
las casas en que vivió, escuelas, lugares de trabajo, amigos y enemigos, peleas
y momentos felices. Lo ideal es acometer la tarea por orden cronológico, desde
el recuerdo más reciente hasta el más lejano que es posible evocar. Pero, para
empezar, es más fácil hacerlo por temas. Una forma muy rentable del ejercicio,
accesible a todos nosotros, es la recapitulación fortuita. Si os dais cuenta,
constantemente estamos recapitulando. Todos los recuerdos que conforman nuestro
diálogo interno pueden ser catalogados como tal. Sin embargo, los evocamos en
forma involuntaria. En lugar de observarlos en silencio, los juzgamos,
interactuamos con ellos visceralmente. Eso es lastimoso. Un guerrero aprovecha
la oportunidad, porque esos recuerdos, aparentemente al azar, son avisos de
nuestro lado silencioso.
Para recapitular no hacen falta condiciones especiales. Se
puede intentar el ejercicio en cualquier momento y lugar en que uno se sienta
animado a hacerlo. Los guerreros recapitulan cuando van por el camino, en el
baño, al trabajar o al comer, ¡cuando sea posible! Lo importante es hacerlo. No
hay una postura definida. El único requisito es estar cómodos, para que el
cuerpo físico no demande atención ni interfiera con los recuerdos. Sin embargo, toman muy en serio el ejercicio. Algunos usan para ese efecto cajas
de madera, armarios, o cuevas. Otros se fabrican un asiento en las
ramas más altas de los árboles grandes o excavan un hueco en la tierra y lo
cubren con ramas, cuestión de gustos, de espacio y de tiempo. Una buena práctica es recapitular sentados en la cama, en la
penumbra, antes de acostarnos a dormir. Cualquier medio que nos aísle del
entorno sirve para recapitular formalmente. Una vez
que hemos localizado un evento y recreado cada una de sus partes, hay que
inhalar para recuperar la energía que dejamos atrás y exhalar las fibras que
los demás depositaron en nosotros. La respiración es mágica, porque es una
función que da la vida. Este tipo de respiración debe estar acompañado
de un movimiento lateral de la cabeza al que llaman "ventilar
el evento". Es un trabajo energético, no hay un patrón fijo. Lo que vale
es el intento. Aspirar cuando se busque recuperar algo y expulsar todo lo
que no sea nuestro. Si hacéis eso con la totalidad de vuestra historia, dejaréis de vivir
atados a una cadena de recuerdos y os enfocaréis en el presente. Los guerreros describen ese efecto como enfrentarse a los hechos tal como son o ver el tiempo
objetivamente.
Una vez que localizamos los recuerdos, éstos buscan su cauce y la luminosidad se reordena
por sí sola a través de la respiración. Vosotros sólo inténtenlo, pónganse disponibles; el
espíritu os dirá cómo hacerlo. La
recapitulación parte de adentro, se sostiene a sí misma. Es asunto de acallar
la mente y nuestro cuerpo energético toma el control, haciendo lo que para él
es un deleite hacer. Te sientes bien, confortado; lejos de darte trabajo, te
descansa. Tu cuerpo lo percibe como un inefable baño de energía. Pero debéis
tener la actitud correcta. No confundáis el ejercicio con una cuestión psicológica.
Lo importante es empezar, pues la energía que recuperamos
desde el primer intento nos dará fuerzas para seguir recapitulando aspectos más
y más intrincados de nuestras vidas. Primero, hay que ir por la inversión más
fuerte, que son los sentimientos más desgarradores. Después, vamos por aquellas
memorias tan profundas que ya creíamos olvidadas, pero que ahí están. Al
principio, el recapitular puede darnos algún trabajo, porque nuestra mente no
está acostumbrada a la disciplina. Pero, después de cerrar las heridas más
dolorosas, la energía se reconoce a sí misma y nos vamos volviendo adictos al
ejercicio. De ese momento, cada partícula de luz que recuperemos nos ayuda a
ganar más. En el momento en que nos dispongamos a deshilvanar voluntariamente
la trama de sus historias personales, estaremos dando un paso decisivo.
La recapitulación no tiene fin, debe durar hasta el final de
nuestros días y más allá. Yo estiro mis fibras al rememorar cada noche lo que
ocurrió durante el día. Así, mi lista de eventos se mantiene actualizada. Pero una vez al año me entrego a un
ejercicio más completo y total, para lo cual me aparto de todo durante varios meses, me aislo en la playa sin más compañeros que el cielo, la tierra y la naturaleza, ventajas de estar jubilado. Por ser cotidiano, hemos de ver el ejercicio como una rutina, pero no como las que nos impone la sociedad, ésta es voluntaria y controlada por nosotros mismos. Si no
recuperamos la totalidad de nuestra energía, nunca llegaremos al poder de
nuestras decisiones; siempre habrá un ruido de fondo, un comando foráneo ahí. Y
sin el poder de sus decisiones un hombre no es nada. Actualizar los eventos es
lo ideal, porque limpia las heridas del pasado y descongestiona los conductos
energéticos. De ese modo, rompes la fijeza de la mirada ajena, desenmascaras
los patrones de conducta de la gente y ya nada puede volver a engancharte. Te
vuelves un ser soberano; tú decides qué quieres hacer de ti mismo.
Parece cosa de magia, brujería o como se le quiera llamar y
así es, es magia, pero magia de la buena, sobre todo cuando se hace con pasión,
con el amor que llevamos dentro. Ya os han dicho por ahí que el hijo de Dios
decía que la fe mueve montañas, pues yo os digo que hagáis estos ejercicios con
fe y os puedo asegurar que os sentiréis mucho mejor y os aliviaréis de vuestras dolencias a pesar de lo que pueda decir la medicina oficial.
Os mando mi energía y mi amor para que os ayuden en vuestro Camino.
Un abrazo.
José Cemec
3 comentarios:
Muchas gracias por tu ayuda.Te he conocido por el blog de morféo, y he llegado al tuyo...estoy empezando a leer tus post, y me parencen muy interesante,ya te iré comentando en la medida que vaya leyendo y ejercitando, gracias por compartir tu conocimiento, experiencia, y tu tiempo...un abrazo Maria68
Me alegra mucho tu visita, María.
Ya sabes que tanto aquí como en Detrás de lo aparente, estoy a tu disposición.
Un abrazo.
Es increíble que dentro de la red haya encontrado un lugar tan maravilloso.
Estaba a punto de abandonarlo pero me di una oportunidad de leer tu contenido. Es FABULOSO.
Muchas gracias por tus publicaciones.
Seguiré leyendo tus artículos y comentando por este medio. SALUDOS!
- Dylan
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